Jesucristo continúa Su enseñanza en el Sermón en el monte y trata el tema de la mentira y la verdad. Él instruye a los discípulos, y a todos los que desean seguirlo, sobre la justicia que sobre pasa la justicia de los escribas y de los fariseos.  Les insta a los discípulos a que no se conformen con la justicia externa solamente, sino más bien que busquen la justicia interna de un corazón transformado.  Jesús menciona cinco de las cuestiones más importantes que tratamos todos los días y la intención de los pasajes en el Antiguo Testamento tocantes a éstas.

En el versículo 33 Cristo dice, “También han oído que se dijo a los antepasados: ‘No jurarás falsamente, sino que cumplirás tus juramentos al Señor.’ 34 Pero Yo les digo: no juren de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de Sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Ni jurarás por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello. 37 Antes bien, sea el hablar de ustedes: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; porque lo que es más de esto, procede del mal (del maligno).”  Entonces, ¿cuál es la verdadera intención de este mandato? El no jurar en falso. Este mandato se encuentra en Levítico 19:12 donde Dios declara: “Y no jurarán en falso por Mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor”.  Fíjate que el mandato específicamente dice no jurar por Su nombre.

Permíteme explicar primero la enseñanza de los fariseos porque es esencial que la entiendas para poder captar lo que Jesús está tratando de comunicar.  Los fariseos enseñaban que unos juramentos eran obligatorios y otros no.  Ellos opinaban que si hacías un juramento y usabas el nombre de Dios, el juramento era obligatorio.  Si hacías un juramento sin usar el nombre de Dios, el juramento no era obligatorio.  En otras palabras, podías jurar y prometer algo con los dedos cruzados a tus espaldas y, básicamente, mentir.  Sin embargo, la ley no permite esta interpretación porque en Números 30:2 dice: “Si un hombre hace un voto al Señor, o hace un juramento para imponerse una obligación, no faltará a su palabra; hará conforme a todo lo que salga de su boca”. La intención de Dios era que esta ley nos haría hombres y mujeres de palabra que dicen la verdad.  Cuando hacemos una promesa, tenemos que cumplirla.  Jurar en falso es hacer una promesa y no cumplirla.  Este es el trasfondo del tema de jurar en falso.

¿A qué aspecto del corazón de los discípulos se dirige Jesús?  Él quiere eliminar la deshonestidad;  quiere que Sus discípulos sean diferentes a los hombres religiosos de Su época. Jesús no quiere que juren por el cielo, o la tierra ni por Jerusalén; no quiere que presten ningún juramento. Él quiere que sean hombres de palabra.  Considera esto por un momento. ¿Por qué diría alguien, “lo juro por Jerusalén, lo juro por el templo o por el trono de Dios?”  Estos hombres hacían un juego de palabras y no tenían la intención de cumplir sus promesas.  Jesucristo les dice: Si van a hacer un juego del juramento para poder mentir, es mejor que no presten ningún juramento.

Algunos leen el mandato de Cristo, “no juren de ninguna manera”, y concluyen que Jesús dice que nunca debes prestar juramento.  Sin embargo, esto es un malentendido de Su enseñanza.  Si consideras el contexto de las Escrituras del principio hasta el fin, no puedes llegar a esa conclusión.  Pero escucharás algún creyente decir, “Bueno, si vas a un tribunal y te piden que levantes la mano derecha y que jures decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, no lo puedes hacer si eres creyente”.  En mi opinión, esa no es la enseñanza de este mandato.  Jesús instruye que si vas a jurar en falso, es mejor no jurar en absoluto.  Ese es el contexto.  El mandato que Jesús citó dice específicamente, “no jurarás falsamente”.  Sí, Jesús dijo, “no juren de ninguna manera”,  pero en el contexto se refiere a no jurar en falso o a engañar usando un juego de palabras y jurando por el cielo o por Jerusalén.  Él quiere que los discípulos sean hombres de palabra. Ten cuidado de no tomar los comentarios de Cristo fuera de su contexto.

Es posible que pienses, ¿estás seguro que a Jesucristo no le molestan los juramentos? ¡Sí! La mejor prueba de que a Dios no le molestan los juramentos sinceros se encuentra en el simple hecho de que, en las Escrituras, Dios mismo jura varias veces.  Por lo tanto, el jurar en sí, no es malo.  Jesús simplemente nos exhorta  a que si le decimos “sí” a alguien, lo hagamos con sinceridad y cumplamos nuestra palabra.  Si le decimos “no” a alguien, debemos hacerlo con franqueza y vivir en consecuencia.

Veamos los pasajes en los que Dios hace un juramento.  En Hebreos 6:16-17 dice: “Porque los hombres juran por uno mayor que ellos mismos, y para ellos un juramento dado como confirmación es el fin de toda discusión”. Aquí las Escrituras declaran porqué la gente hace juramentos—para  dar fin a toda discusión. El apóstol continúa y dice: “Por lo cual Dios, deseando mostrar más plenamente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de Su propósito, interpuso (garantizó) un juramento”.  Dios le hizo un juramento a Abraham y a sus descendientes.

En Hebreos 7:21, Dios hace otro juramento.  Aquí el apóstol contrasta a los sacerdotes humanos con Jesucristo, nuestro supremo, Sumo Sacerdote.  Dice: “porque los otros” (refiriéndose a los sacerdotes humanos) “ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste” (refiriéndose a Jesús) “con el juramento del que” (refiriéndose al Padre) “le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec” (RV ´60). Claramente Dios hizo dos juramentos. Por lo tanto, el prestar juramento no es contrario a las Escrituras.

Aun más, el apóstol Pablo estimaba que el prestar juramento era aceptable siempre y cuando la persona fuera sincera y cumpliera su palabra.  En 2 Corintios, Pablo citó las palabras de Cristo que se encuentran en Mateo cuando lo acusaron de no cumplir su palabra de visitar la iglesia en Corinto. Pablo dijo, “Por tanto, cuando me propuse esto, ¿acaso obré precipitadamente? O lo que me propongo, ¿me lo propongo conforme a la carne, para que en mí haya al mismo tiempo el sí, sí, y el no, no? 18 Pero como Dios es fiel, nuestra palabra a ustedes no es sí y no. 19 Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre ustedes por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no fue sí y no, sino que ha sido sí en El. 20 Pues tantas como sean las promesas de Dios, en El todas son sí. Por eso también por medio de El, es nuestro Amén (así sea), para la gloria de Dios por medio de nosotros. 21 Ahora bien, el que nos confirma con ustedes en Cristo y el que nos ungió, es Dios, 22 quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía. 23 Pero yo invoco a Dios como testigo sobre mi alma, que por consideración a ustedes no he vuelto a Corinto” (2Co. 1:17-23).  Aquí Pablo explica porqué no llegó a ellos tan pronto como querían y le aseguró a la iglesia en Corinto que él era un hombre de palabra y que su sí era sí, y su no era no.  Pero luego, Pablo le pide a Dios que sea testigo de la verdad de sus palabras.  Este es un juramento.  Así que si el tomar un juramento está mal, Dios jamás hubiera jurado ni Pablo tampoco. La enseñanza de Cristo es simple—di la verdad.  No uses juegos de palabras para evadir la verdad.  A Jesús le interesa la sinceridad de tu corazón.  Él quiere que los creyentes digan la verdad porque esa es la justicia que sobrepasa la justicia de los escribas y de los fariseos.  La justicia de estos líderes religiosos era externa solamente, pero Jesús quiere justicia en el corazón.

¿Por qué es importante decir la verdad?
Considera por un momento cuán esencial es que todos digamos la verdad. ¿Qué pasaría si no pudieras confiar en lo que otras personas te dicen?  Nuestra sociedad se vendría abajo. ¿Qué pasaría si no tuvieras la confianza de que tu empleador te pagará el sueldo que te prometió cuando te contrató?  ¿Qué si él cambia tu sueldo cuando le viene en gana o simplemente no te paga? ¿Podrías pagar tus cuentas o tendrías la confianza de que las pagarías en el futuro? ¿Qué le pasaría a tu jefe si tú no te presentas a trabajar como prometiste el día que te contrató? ¿Qué si solo te presentas a trabajar cuando te viene en gana? ¿Puede un negocio operar de esa manera? ¿Qué si nadie cumpliera su promesa de devolver objetos prestados? ¿Qué si no pudieras confiar en la veracidad de la lista de ingredientes en la etiqueta alimenticia? O ¿Qué si no pudieras confiar en lo más importante de todo, en la promesa de amor y de fidelidad que alguien te hace?  Si la gente no dijera la verdad, nuestra sociedad no funcionaría porque nadie creería en tu palabra.  Es por eso que Jesús dijo en Mateo 5:37: “Antes bien, sea el hablar de ustedes: ‘Sí, sí’ o ‘No, no”. Cuando le dices “sí” a alguien debes decir la verdad y cumplir tu obligación.  Tu “sí” siempre deber ser “sí” y tu “no” siempre debe ser “no”.  En otras palabras, debes ser un hombre o mujer de palabra.  Eso es lo que el Señor quiere.

¿Qué es una mentira?
Antes de proceder, definiré la mentira.  Hoy en día hay muchas definiciones de la mentira.  Te has encontrado con alguien que al desmentirlo te dice, “yo no lo considero una mentira.  Es una mentira piadosa porque no daña a nadie”. O, pero sí dañan. Te dañan a ti y a todos los que te rodean porque las mentiras destruyen la confianza que tienes en la palabra de esa persona.

¿Cuál es la definición verdadera de la mentira?  Si excluyes ciertos detalles de una historia porque te hacen ver mal—eso es una mentira.  Si le agregas detalles porque tiendes a exagerar—eso es una mentira.  Cuando haces juegos de palabras o cambias las palabras de alguien para que digan algo que no querían decir—eso es una mentira.

Recuerda, los fariseos hacían juegos de palabras.  También mientes cuando cambias el tema porque alguien te pescó en una mentira.  Cuando le atribuyes la culpa a otro y te niegas a reconocer tus propias faltas—eso es una mentira.  Cuando una persona miente de esta manera, es muy difícil mantener una relación con ella. ¿Podrías confiar en alguien que te miente continuamente y te sería posible mantener una relación duradera?  ¡De ninguna manera! Eso no es posible. Si alguien te miente, la relación no durará, ya sea un matrimonio, una amistad o una relación laboral.  Esta cuestión es muy importante. Es importante en tu relación con el Señor, en tus relaciones con los demás y es importante en la sociedad en general.  La sociedad entera está cimentada en la verdad.  Si crees que esto es cierto, ¿cómo puedes ser un hombre o mujer que abraza la verdad? La Palabra de Dios tiene la respuesta.

¿Cómo puedes ser un hombre o mujer que abraza la verdad?
Antes de explicar los principios bíblicos que ayudan a abrazar la verdad, quiero decir que reconozco que para algunas personas es muy difícil abrazar la verdad; éstas a diario batallan con la mentira. He asesorado a varias personas que me han dicho, “soy un mentiroso empedernido.  Miento todos los días—siempre lo he hecho.  Después de mi conversión he tratado de dejar de mentir, pero todavía sigo batallando con esto”.  A los que me dicen esto les contesto: “Mira, el hecho de que reconoces y admites el problema indica  que hay un cambio.  Eso demuestra honestidad y es un buen comienzo.  Ya estás a la mitad del camino para llegar a la solución”.  ¿Por qué digo esto? Porque la persona que no lo quiere reconocer, se engaña a sí misma y no cambiará.  Para comenzar el cambio, primero tienes que ser sincero y admitir que tienes un problema.  Si continúas buscando excusas y justificando tus mentiras, no hay posibilidad de que cambiarás.

En Tito 2:14 dice que Jesús “se dio por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para Si un pueblo para posesión Suya” . Tienes que reconocer que Cristo vino a redimirnos de nuestras iniquidades, y la mentira es una de esas iniquidades.  Él puede transformarte y purificar cualquier aspecto de tu vida.  Te digo esto porque quiero que tengas la esperanza de que si se lo pides, Él comenzará la obra, y ¡sí que lo hará!  Por lo general, yo animo a la gente a que considere todos los cambios que Dios ha hecho en sus vidas.  Concéntrate en estas áreas.  Si Él ya cambió tu habla y ya no usas palabrotas constantemente, entonces también puede hacer que digas la verdad al hablar. Probablemente la mayoría de nosotros éramos mal hablados antes de convertirnos al cristianismo.  Yo reconozco que tenía una boca muy sucia, pero Él me transformó.  Concéntrate en los cambios que ya hizo y tendrás fe para creer que Él puede ayudarte a dejar la mentira.

Déjame darte unos principios bíblicos que te ayudarán a ser un hombre o mujer que abraza la verdad.

1. La mentira es un problema del corazón.  Si quieres dejar de mentir tienes que tratar el asunto en tu corazón.  Proverbios 12:20 declara: “Hay engaño en el corazón de los que traman el mal”.  La mentira es una cuestión del corazón y por lo tanto, ahí es donde debes comenzar.  Cristo quiere que le entregues tu corazón.  Él sabe que todo nace del corazón.  Esto es lo que los fariseos no querían cambiar y es por eso que les dijo a Sus discípulos que Él quería la justicia que supera la justicia de los escribas y los fariseos.  En otras palabras, ellos necesitaban un cambio de corazón.  Por lo tanto, si hay engaño en el corazón de los que traman el mal, entonces tienes que entregarle tu corazón.  Tienes que derramar tu corazón delante de Él en esta área.  En el Salmo 62:8 dice, “Confíen en Él en todo tiempo, Oh pueblo; derramen su corazón delante de El; Dios es nuestro refugio”.  Si no derramas tu corazón en esta área, entonces no quieres cambiar.  De hecho, en cualquier área en la que estés batallando, si no das este paso y entregas y derramas tu corazón delante de Dios en oración, entonces realmente no quieres cambiar.  Por lo tanto, comienza por entregarle tu corazón a Dios.      

2. Mientras derramas tu corazón ante Él, pídele que te dé un aborrecimiento de la mentira.   Si vas a orar acerca de tu problema con la mentira, debes hacerlo con precisión.  Pídele que te de el mismo aborrecimiento de la mentira que Él tiene.  ¿Aborrece Dios la mentira? ¡Sí! Mira lo que dice Proverbios 6:16-19, “Seis cosas hay que el Señor odia, Y siete son abominación para El: 17 Ojos soberbios, lengua mentirosa, Manos que derraman sangre inocente”, y presta atención, “18 Un corazón que trama planes perversos, Pies que corren rápidamente hacia el mal, 19 Un testigo falso que dice mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos”. En esta lista de siete cosas  que Dios odia, dos de ellas se refieren a la mentira.  Un testigo falso es uno que miente.  Si quieres cambiar, tienes que aborrecer la mentira.  ¿Por qué es necesario aborrecer la mentira? Porque aborrecer es contrario a amar.  En lugar de amar la injusticia tienes que aborrecerla.  David dijo: “Los que aman al Señor, aborrezcan el mal”.  El aborrecimiento del  pecado es lo que te motiva al arrepentimiento sincero.  Hasta que no aborrezcas el pecado no dejarás las cosas que te hacen tropezar.  Tienes que aborrecer la mentira.  Si quieres ese aborrecimiento pídeselo.  “No tienen, porque no piden” (Stg. 4:2), así que pídeselo.

3. Ruégale a Dios para que te ayude a amar la verdad.  Esta es la otra cara de la moneda.  No es suficiente aborrecer la maldad, también tienes que amar lo bueno.  Este amor por la verdad es lo que te motiva a continuar el proceso.  El Salmo 119:163 dice, “Aborrezco y desprecio la mentira, Pero amo Tu ley”. Aquí, David relaciona estas dos cosas.  Por lo tanto, el aborrecer la mentira es solo una parte de lo que Dios quiere que hagas en tu corazón.  Él también quiere darte ese amor por la verdad que sólo se logra al leer la Biblia.  Su Palabra es esencial para poder cambiar.  La Palabra de Dios te convence del pecado de la mentira y también es la que constantemente transforma tu corazón para amar la verdad.

4. Tienes que sembrar la Palabra en tu corazón.  Cuando una persona me pide que le ayude a dejar la mentira, uno de los primeros pasos que le sugiero es que busque todos los versículos Bíblicos que tratan la mentira. ¿Qué importancia tiene esto? Cuando siembras la Palabra en tu corazón, ésta ayuda a convencerte de tu pecado, a fomentar un arrepentimiento verdadero y a cambiar.  Después de que abres tu corazón y pides el aborrecimiento por la mentira y el amor por la verdad, la Palabra se convierte en una poderosa motivación que fomenta el cambio dentro de ti.

¿Cómo se hace una búsqueda Bíblica? Busca en la concordancia de tu Biblia o en el índice temático todos los versículos en la Biblia que tratan la mentira, el engaño o la hipocresía y escríbelos.  Si tienes un programa en tu computadora esta tarea será mucho más fácil.  Si quieres descargar un programa de estudio Bíblico gratuito, ve a e-sword.net.  Cuando tengas la lista de las Escrituras, comienza a leer los versículos y deja que la compunción del Espíritu penetre tu corazón.  Un mentiroso empedernido necesita leer estas Escrituras todos los días.  La importancia de este ejercicio se encuentra en 2 Timoteo 3:16-17.  Pablo dijo, “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (apto), equipado para toda buena obra”. La palabra reprender también ha sido traducida muchas veces como compungir.  Pablo explica que si quieres ser un hombre o una mujer de Dios, la Palabra de Dios es esencial.  La Palabra te instruirá, te convencerá de tu pecado y eso dará lugar a que corrijas tu conducta.  Cada vez que accedes a este proceso, disciplinas tu vida personal y esto te lleva a la justicia.  Así es como te transforma la Palabra de Dios que siembras en tu corazón.  Esta es la diferencia entre la modificación de tu conducta por medio de tus propios esfuerzos y la transformación Bíblica de tu corazón y de tu vida.  Hay muchos creyentes que solamente modifican su conducta, hacen lo correcto solo por agradar a los que los rodean. Pero eso es ser un fariseo.  Necesito la compunción que transforma mi corazón y mi vida, la cual me disciplina y me lleva a la justicia.  Esta es la justicia que supera la justicia de los escribas y los fariseos.

5. Pídele a Dios que le ponga guarda a tu boca para que te detengas antes de hablar.  En el Salmo 141:3, David dijo: “Señor, pon guarda a mi boca; Vigila la puerta de mis labios”.  Déjame explicarte cómo funciona esto.  La mayoría de las personas probablemente han experimentado esto.  Estás a punto de decir algo que no debes decir acerca de alguien o sobre algún tema y te detienes antes de decirlo.  Tal vez sea una mentira, una grosería o posiblemente un chisme.  Justo antes de que salgan las palabras de tu boca, ese freno pequeño en tu mente te hace pensar: “no debo decir eso o no voy a exagerar” y te detienes.  A eso se refería David cuando le rogó a Dios que le pusiera guarda a su boca.  Así es como Dios te ayuda a vigilar la puerta de tus labios.  Lo que ibas a decir te compunge; en tu corazón sabes que está mal.  Por lo tanto, pídele a Dios esa compunción para que guarde tu corazón y tus labios y no digas cosas que no debes decir.  Cuando le pidas a Dios que vigile tu boca, tú también estarás más consciente y más atento.

6. Desecha al viejo hombre y revístete del nuevo hombre por medio del Espíritu.  Todo este proceso que he explicado, la Biblia lo describe como desechar al viejo hombre y revestirse del nuevo hombre en Cristo.  Toda la obra de Dios es hecha por el Espíritu Santo.  Observa lo que dice Pablo en Colosenses 3:9-10 “Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, 10 y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquél que lo creó”.  Aquí Pablo dice, “Dejen de mentirse”.  La razón por la que decides no mentir es porque has desechado al viejo hombre, o sea, a tu naturaleza pecaminosa.  Has rechazado el control que tu naturaleza pecaminosa tenía sobre ti.  Has dicho en tu corazón, “ya no viviré de la misma manera”.  Le has dicho a Dios, “quiero vivir conforme a Tu Palabra y obedecer Tus mandamientos. Quiero que crees en mi interior a un hombre o a una mujer nueva”.  Este es el mensaje de Pablo en 2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura (nueva creación) es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas”.  ¡Tú eres una nueva creación! Eres una persona nueva por dentro y tienes opciones.  ¿Cederás al viejo hombre o a este nuevo hombre? Es por eso que la frase, han sido hechas, está en el tiempo perfecto lo cual se refiere a una acción que se realizó en el pasado y que tiene resultados continuos en el presente.  Cada vez que cedes a la compunción del Espíritu Santo por el conocimiento que Él te ha dado por medio de Su Palabra, te conformas más y más a Su imagen (Col. 3:9-10).  Así es como dejarás la mentira y cualquier otra conducta impía.

La segunda parte de la obra renovadora de Dios se encuentra en Tito 3:5.  Pablo explica, “Él nos salvó… conforme a Su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo”.  Todo este proceso renovador debe ser comisionado por la Palabra que obra en tu interior y por el Espíritu Santo.  La Palabra de Dios te da a conocer lo que debes hacer, pero también necesitas la capacidad para obedecer y hacerlo.  Necesitas que el poder de Dios obre dentro de ti para ayudarte.  Pablo dijo que tenía el conocimiento y la voluntad para hacer lo correcto, pero se preguntaba dónde estaba el poder para hacer lo bueno (Ro. 7:18).  En el capítulo 8 de Romanos Pablo explica  que el poder del Espíritu de Dios es lo único que lo puede salvar de su naturaleza pecaminosa.  Él dice: “…la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte” (Ro. 8:2). ¿Reconoces que necesitas la capacitación del Espíritu Santo para cambiar tu conducta pecaminosa y para aplicar, de una manera práctica, la verdad que conoces?  Te ruego que clames a Dios y le pidas el poder de Su Espíritu para que te ayude a poner en práctica estas verdades.

7. Reconoce y confiesa tus mentiras.  Este  consejo, en particular, es importante para los mentirosos empedernidos pero también se aplica a los que mienten de vez en cuando.  Una de las mejores maneras de dejar de mentir es de regresar con aquellos a los que les has mentido y reconocer y confesar cada una de tus mentiras.  Cuando le digo a la gente que tiene que hacer esto me dicen: “¡No puedo hacer eso! ¿Por qué no puedo simplemente pedirle al Señor que me perdone? No es necesario decirle a la gente que les mentí.  ¡Eso sería muy humillante!”.  De eso mismo se trata.  Si realmente quieres cambiar, te tienes que humillar.  La próxima vez que consideres decir una mentira, no lo harás porque sabes que Dios requiere que vayas a la persona y que confieses que le mentiste.  Esto te dará la motivación necesaria para dejar de mentir.

Déjame ilustrar este concepto usando el Antiguo y el Nuevo Testamento.  El confesar los particulares del pecado se considera esencial.  En Levítico 5:5 Dios dice, “Cuando alguien llegue a ser culpable de cualquiera de estas cosas, confesará aquello en que ha pecado”. ¿Por qué dice Dios, “confesará aquello” ? Dios quiere que seamos muy precisos porque eso es esencial.  En el Nuevo Testamento, Santiago nos dice la misma verdad en Stg. 5:16 “Por tanto, confiésense sus pecados unos a otros, y oren unos por otros para que sean sanados. La oración (súplica) eficaz del justo puede lograr mucho”.  No se puede decir más claramente. Debemos confesar nuestros pecados unos a otros.  No solamente a Dios, sino unos a otros.  Cuando pecas contra alguien o le mientes, tienes que ir a esa persona y rectificar lo hecho, esto requiere que confieses tu pecado.

Permíteme darte una advertencia con respecto a este principio de la confesión.  No mal entiendas lo que estoy diciendo.  Dios no quiere que confieses en un culto de oración ante toda la congregación, lo que sucedió entre tú y la persona ofendida.  Esta confesión es una cuestión privada.  Cuando pecas contra alguien debes de hablar de esa falta sólo con esa persona.  Jesús estableció esto claramente en Mateo 18:15 cuando dijo que tu conversación debe ser “a solas”.  Dios no quiere que ores en la congregación, “O Dios, perdóname por el odio que siento por mi amigo Juan y por las cosas que dije de él”. ¡Esto no se debe hacer! Ese chismorreo se lo debes confesar a Juan solamente.  Cuando la gente se confunde sobre a quien debe confesar, ellas mismas se crean dificultades.  Recuerda esto: confiésaselo sólo a la persona que ofendiste y no a todos tus amigos porque a ellos no les incumbe.

Quiero agregar una cosa más sobre este tema, especialmente para los padres de familia.  Les recomiendo a los padres que les ayuden a sus hijos e incluyan la confesión como parte de la disciplina.  Si tu hijo/a batalla con la mentira, debes prestar atención a la confesión.  Esto es lo que debes hacer: cuando tu hijo/a te pida perdón por algo que ha hecho, dile: “Muy bien, te perdono; pero ¿qué te estoy perdonando? ¿Qué hiciste mal?”  Tu hijo/a normalmente responderá: “Mostré una mala actitud”. Tú le preguntas: “Muy bien, pero ¿cuál era el problema con tu actitud?  Si te dice, “Te falté el respeto y actué con arrogancia”. Entonces pregúntale, “¿Qué hiciste o dijiste que me faltaste el respeto?”  Posiblemente conteste, “No debí haber dicho que eras injusto y que te odiaba”.  Una vez que confiese su pecado dile: “Sí, te perdono”.  Explico este método de dialogo porque los hijos normalmente  piden perdón sin reconocer su error.  Si les permites que hablen en términos generales, sin detalles, estás pasando por alto una herramienta de capacitación muy importante.  Yo creo que todos nosotros debemos ser francos con Dios acerca de nuestros pecados porque  todos preferimos las oraciones generales en las que pedimos perdón. “O Señor, por favor perdóname por todos mis pecados”. Pero, es mucho más eficaz ser directo con Dios. Hay cierta fuerza en las palabras, “La odio; no quiero perdonar a esa persona” o “he sido egoísta”.  Cuando reconoces lo que has hecho es muy probable que la próxima vez no trates de justificar o racionalizar tu conducta.

8. Dedica tiempo en tus momentos de oración para lograr eliminar la mentira.  Este punto es muy importante, no solamente para la mentira sino para cualquier problema que estés batallando.  Tienes que pedirle a Dios que te ayude a cambiar.  Esa es la única manera que lograrás dominar la conducta pecaminosa en tu vida.  En el Salmo 119:29 David oró: “Quita de mí el camino de la mentira, Y en Tu bondad concédeme Tu ley”.  Este versículo indica claramente que David sabía que sólo con la ayuda de Dios podría eliminar la mentira en su vida.  El Señor quiere que nos acerquemos a Él para que, con la ayuda de Su Espíritu, nos libremos de las costumbres pecaminosas que nos atrapan.  Quiere que clamemos a Él en oración.  ¿Cuánto tiempo reflexionas sobre tu problema con la mentira?   ¿Clamas a Dios a diario? Si quieres cambiar, esto es lo que tienes que hacer.  Deja que hoy Él escuche tu voz al decir, “Señor, pon guarda a mi boca.  Controla mi corazón antes de que diga esas mentiras.  Quiero decir la verdad y sólo la verdad el día de hoy.  Ayúdame Señor a tener un corazón que se atiene a la verdad”.

9. No te relaciones con personas mentirosas.  Si batallas con la mentira, no te relaciones con alguien que también miente.  ¿Por qué?  Porque esa persona te influirá.  La gente te influye y a veces ni te das cuenta.  Si ves a alguien mentir y sabes que le está agregando a la verdad, te es más fácil hacer lo mismo.  Al aceptar sus mentiras, estas comprometiendo tu propio corazón, lo cual hará que también comprometas la verdad.  David declaró en el Salmo 40:4 “Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el Señor su confianza, Y no se ha vuelto a los soberbios ni a los que caen en falsedad”. No te vuelvas a los soberbios ni a los que caen en falsedad.  Cuando mantienes una amistad y te relacionas con personas que mienten, te has vuelto a ellos.  En lugar de eso, relaciónate con aquellos que dicen la verdad y su influencia te beneficiará grandemente.

10. Recuerda la razón más importante por la que no debes mentir.  Si quieres algo que te motive a dejar de mentir, te daré la razón principal. ¿Cuál es esa? Simplemente recuerda que un mentiroso empedernido no entrará en el cielo.  Ese es el meollo del asunto.  Apocalipsis 21:8 declara: “Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras, y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.  Esta es una de las últimas advertencias en la Biblia.  Este versículo incluye a la mentira en la lista de las cosas más perversas que suceden en nuestra sociedad.  Eso indica que te debes preocupar por la mentira porque Dios la considera un pecado grave.  De hecho, considera que para cometer muchos de los otros pecados debes mentirle a otros y a ti mismo.  Por lo tanto, la mentira está en el  centro de todo pecado y es por eso que Dios la toma muy en serio.  Para lograr un cambio, la verdad es fundamental.  Para la salvación la verdad es esencial.  Si no hay verdad, no hay salvación. ¿Con quién relacionas la verdad? ¿Quién es la Verdad? Jesús dijo, “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí” (Juan 14:6). Al Espíritu Santo también se le conoce como el Espíritu de la verdad.  Si el Espíritu Santo mora dentro de ti, Él te transformará en un hombre o una mujer de la verdad. Sí sucederá.  Es más, ¿con quién relacionas la mentira? ¿Quién es el padre de la mentira? Satanás es mentiroso y el padre de toda mentira.  Entonces, tienes que decidir, ¿con quién quieres estar relacionado?

Puedes estar seguro de que Jesús determinó que la verdad es fundamental y esencial para la vida cristiana.  Es por eso que Jesús abordó el tema con los discípulos.  Él quería que transformaran sus corazones y que no fueran hipócritas como los fariseos.  Jesús quería que Sus  discípulos fueran verdaderos hombres de Dios.  Eso es exactamente lo que Dios quiere que seas tú, un hombre o mujer de Dios; pero eso requiere que cada uno de nosotros sea un hombre o mujer de la verdad.  Vamos ante Él en oración.
Padre, te agradecemos porque eres un Dios de la verdad y quieres transformarnos a cada uno de nosotros.  Te ruego que nos pongas una guarda sobre la boca para que cuando estemos a punto de mentir, chismorrear o exagerar, nos convenzas del pecado y nos detengas.  Señor, ayúdanos a percibir este cambio en nuestro interior.  Trae esa compunción y danos el aborrecimiento por la mentira y el amor por la verdad.  Ayúdanos a decir la verdad en amor.  Gracias.  Creemos que estás obrando en nuestros corazones en este momento.  Si nunca le has entregado tu vida a Cristo o si no estás seguro si realmente eres un creyente, quiero darte la oportunidad de ser perdonado y de experimentar la misericordia de Dios.  El Señor te mostrará misericordia en este momento si le pides perdón y lo invitas a que tome control de tu vida.  Él limpiará tu corazón, si reconoces tu pecado y estás dispuesto a abandonar tu estilo de vida pecaminosa para seguirlo a Él. Si lo quieres recibir en este momento, te sugiero que ores y le digas: “Señor, perdóname.  Reconozco mi pecado.  He quebrantado tu ley.  Perdóname.  Jesús, ven y toma control de mi vida.  Te recibo por fe en este momento.  Quiero ser tu discípulo”.  Si acabas de orar conmigo, confiésale tu fe a alguien hoy mismo.  Envíame un correo electrónico al This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. y te enviaré una hoja de ejercicios para creyentes nuevos que te ayudará a comenzar tu relación con Cristo.