Aquí en Mateo 5:17, Jesús hace un cambio repentino en el Sermón del Monte. En las bienaventuranzas que se encuentran en los primeros 12 versículos, Él explica el tipo de corazón que Dios quiere que tengan Sus discípulos. Luego en los versículos 13 al 16, Jesús describe el impacto que los discípulos verdaderos tienen en este mundo…ellos son la sal y la luz de los que los rodean. Pero en el versículo 17, Jesús hace un cambio repentino para dirigirse a lo que los discípulos están pensando. Es por eso que Jesús comienza con “no piensen que”. A Él le importa lo que ellos piensan de Él y de Su meta final. Este es el mensaje que él presenta en las bienaventuranzas. ¿Es este un mensaje nuevo, contrario a la ley de Dios? Jesús dice: “No piensen que he venido para poner fin a la Ley o a los Profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir. 18 Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la Ley hasta que toda se cumpla. “Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque les digo a ustedes que si su justicia no supera la de los escribas y Fariseos, no entrarán en el reino de los cielos”. Aquí en estas pocas palabras, Jesús estaba tratando de truncar un tema que los discípulos tienen en sus mentes.

Cuando Cristo comenzó su ministerio, causó una gran controversia en la mente del pueblo. Discutían sobre quien era Él y sus enseñanzas. Existía una controversia entre los líderes religiosos, los fariseos y los saduceos. Juan 7:12 dice: “Y había mucha murmuración entre la gente acerca de El. Unos decían: “El es bueno.” Otros decían: “No, al contrario, extravía a la gente”. Muchos creían que Jesús era un buen hombre y un maestro confiable de la Palabra de Dios. Pero por sus enseñanzas, otros creían que era un impostor. Juan 9:16 “Por eso algunos de los Fariseos decían: “Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el día de reposo.” Pero otros decían: “¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales señales (milagros)?” Y había división entre ellos”. Esta era la mentalidad del pueblo en la época de Cristo y por eso Jesús está tratando de cambiar la opinión de los discípulos.

¿Y tú, qué opinas de Jesucristo? ¿Es un impostor o es el Hijo de Dios? Recuerda que Jesús les preguntó a Sus discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” (Mateo 16:15). Los discípulos respondieron con las opiniones del pueblo y luego Pedro dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” Y Cristo le contestó: “Bienaventurado eres Simón hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:16). Jesús reconoció que Pedro había acertado, “esto no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos”. Jesús constantemente lidiaba con los pensamientos de los discípulos y con la opinión que ellos tenían de Él. ¿Estaba Él a favor o en contra de la Ley? ¿Enseñaba la Palabra de Dios correctamente o no? Este es el tema que Jesús está tratando en este texto y con toda confianza lo enfrenta. “No piensen que he venido para poner fin a la Ley o a los Profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir”. Él les explica que ha venido a cumplir la Ley.

En todo el Sermón del Monte Jesús explica el propósito de la Ley y cómo Él lo cumpliría. Veamos el versículo 21, ahí Jesús dice: “Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: ‘NO MATARAS’ y: ‘Cualquiera que cometa homicidio será culpable ante la corte’”. Luego instruye sobre el verdadero propósito de este mandamiento lo cual era muy diferente a la práctica de los fariseos y los saduceos. Jesús enseñó que cuando Dios nos dio la Ley, Su verdadera intención era que la obedeciéramos de corazón. Para obedecer el mandamiento que dice: “No mataras”, primero tienes que lidiar con el odio y el enojo en tu corazón. Jesús estableció esto claramente cuando dijo: “Pero Yo les digo que todo aquél que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte” (Mt.5:22). También dijo en el versículo 27 “Ustedes han oído que se dijo: ‘NO COMETERAS ADULTERIO’”. El propósito original de este mandamiento era evitar la lujuria en el corazón (Mt.5:28). El adulterio siempre comienza en el corazón. Jesús está tratando de explicar el propósito preciso de la Ley. Estas enseñanzas eran revolucionarias y hacían que la gente reflexionara y se preguntara “Estará Él en lo cierto?”

¿Por qué pensaba la gente que Jesús quería destruir la Ley? Simplemente porque no guardaba el día de reposo como lo guardaban los fariseos. Él no seguía las tradiciones superficiales de los fariseos. Jesús les dedicaba tiempo a los pecadores que Él estaba tratando de ganar. Recuerdas que una de las preguntas que surgió durante el ministerio de Cristo fue: “por qué tus discípulos no se lavan las manos observando el rito de limpieza que hacen los fariseos? ¿Por qué tus discípulos no siguen nuestra tradición"? Jesús les explica porque no se lavan y les explica el propósito de la Ley. Por lo tanto, la duda persiste a raíz de Su forma de vivir y de Sus enseñanzas. Jesús les aclara el tema. ¿Es desobediencia a la Ley o desobediencia a las tradiciones de los ancianos? Se trataba de esta última. Jesús no contradecía la Ley, contradecía la tradición de los ancianos. Esto lo dijo claramente. Déjame leértelo en Marcos 7:6-9 donde Jesús identifica el verdadero problema. Dice:“Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, como está escrito: ‘Este pueblo con los labios Me honra, pero su corazón esta muy lejos de Mi”. Antes les expliqué que el propósito del Sermón en el Monte era llegar al corazón de los discípulos. Sin embargo, los fariseos no le prestaban atención a eso. Jesús también dijo: “pero su corazón esta muy lejos de Mí. ‘Mas en vano Me rinden culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres,’ Dejando el mandamiento de Dios, ustedes se aferran a la tradición de los hombres.” También les decía: “Astutamente ustedes violan el mandamiento de Dios para guardar su tradición”.

Este es el tema que Jesús está tratando, “Yo no vine a poner fin a la ley, vine a cumplirla”. Pablo declaró claramente en Romanos 7:12 que la Ley era santa, justa y buena. Además en Colosenses 2:8 él dice que las tradiciones de los hombres no son buenas y que le roban al creyente la herencia verdadera en Cristo. Es evidente que Jesús estaba en contra de las tradiciones de los fariseos y no en contra de la Ley de Dios. Ahora, veamos cómo es que Jesús cumplió con la Ley y los profetas. Recuerda que Jesús dijo que no vino a poner fin a la Ley sino a cumplirla. ¿Cómo cumplió la Ley?

Es importante entender que la Ley tiene 4 aspectos diferentes. La Ley ceremonial, la Ley civil, la Ley moral y el elemento profético de la Ley de Dios. Jesús ya cumplió o cumplirá cada aspecto de la Ley. Algunos de los elementos proféticos de la Ley ceremonial ya se cumplieron y el resto se cumplirá en la Segunda Venida, pero ¡todo se cumplirá! En su primera venida, Jesucristo satisfizo los requisitos de algunos días de fiesta, como los de la Pascua. En 1Corintios 5:7 dice: “Porque aun Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado”. Cristo satisfizo los requisitos de la Pascua al convertirse en el Cordero de la Pascua y someterse a la muerte. ¿Cuándo? Él fue crucificado durante la Pascua para que los discípulos entendieran claramente lo que Él estaba haciendo por ellos. Este hecho también cumplió parte de la Ley ceremonial. Jesús también cumplió los requisitos de la fiesta de las primicias al convertirse en las primicias de aquellos que resucitarían de entre los muertos. Pablo explica en 1Corintios 15:20 “Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron”. Jesús cumplió los requisitos de estas ceremonias que proféticamente hablaban de Él. En la Segunda Venida, Él cumplirá el resto de la Ley ceremonial tal como la fiesta de los tabernáculos, pero eso es para otro estudio en otra ocasión.

Jesús cumplió la Ley civil y la Ley moral obedeciéndolas por completo. Si recuerdas, Jesús les preguntó a los fariseos en Juan 8:46 “¿Quién de ustedes Me prueba que tengo pecado?” Considera ese comentario. Nadie en esta sala puede afirmar esto. Cualquiera que vive contigo sabe que eres un pecador y que no eres perfecto. Pero, Jesús sí puede afirmar que nunca quebranto la Ley moral ni la civil. ¿Te das cuenta de que las leyes de nuestro derecho civil están basadas en la Ley moral que se encuentra en la Biblia? Sin embargo, no están basadas solamente en la Ley civil de la Biblia porque una gran parte de la Ley civil era sólo para la nación de Israel y los judíos. Pero Jesús cumplió la Ley civil y cumplió la ley moral. Al morir por los pecados del mundo cumplió con el castigo de la Ley moral. Así que cumplió todos los aspectos de la Ley. Te sugiero que leas Hechos 3:18 y Hechos 13:29. Estos versículos confirman esto.


¿Cómo cumplió Jesús el elemento profético dentro de la Ley? Muchas personas no se han dado cuenta de que los primeros 5 libros de Moisés contienen muchas profecías. Una de las profecías más importantes que Jesús cumplió se encuentra en Deuteronomio 18:18. En ese versículo Dios le dijo a Moisés “Un profeta como tú levantaré de entre sus hermanos, y pondré Mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que Yo le mande”. Sabemos que esta profecía se trata del Mesías porque esta fue una de las preguntas que la gente le hizo a Juan Bautista. Le preguntaron en Juan 1:19; 21 “¿Quién eres tú?... ¿Eres el profeta?” Juan dijo, “No” y enfáticamente contestó en Juan 1:20 “Yo no soy el Cristo”. Luego en Juan 1:26-27 dijo: “entre ustedes está Uno a quien ustedes no conocen. El es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de la sandalia.” Claramente la gente entendió que esta profecía se refería al Mesías. Jesús fue el profeta supremo parecido a Moisés que vendría a instruir al pueblo. Por lo tanto, Jesús cumplió todos los aspectos de la Ley.

Además, Jesús dijo que no hay nada en la Ley que quedará sin cumplirse. En la versión Reina Valera Mateo 5:18 Él dice: “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”.

¿Qué son una jota y una tilde? Esto es importante porque Jesús usa un ejemplo de hipérbole como una ilustración. Una jota era la letra más pequeña en el alfabeto griego. La tilde era un acento pequeño que iba arriba de las letras griegas. Entonces Jesús está diciendo que ni la letra más pequeña, ni el acento más pequeño cambiarán hasta que todo se haya cumplido. En mi opinión, ese es uno de los comentarios más impactantes de Jesús. Y eso afirma que debes poner tu fe y tu esperanza en Su Palabra. Tienes que estar seguro de la fidelidad de la Palabra de Dios. Lucas 16:17 dice lo mismo pero de otra manera: “es más fácil que el cielo y la tierra pasen, que un ápice de la Ley deje de cumplirse”. Básicamente, Jesús dice que todo lo que Él ha dicho, se cumplirá. Ni una sola promesa quedará sin cumplirse. Considera por un momento que nuestro planeta gira en nuestro sistema solar, dando vueltas alrededor del sol. Nuestro sistema solar está dentro de la galaxia la Via Láctea y gira en los cielos. Jesús dijo que es más fácil que todo esto se detenga, antes de que se deje de cumplir una de las palabras que Él dijo. Fíjate que está declarando con certeza inamovible que ni una palabra, ni una letra, ni un acento quedarán sin cumplirse. ¡Jesús habla muy en serio!

Y entonces, ¿tienes fe en la Palabra de Dios y en que todo se cumplirá? ¿Vives tu vida como si en realidad crees Su Palabra? O piensas, ¿“Bueno, espero que sí lo haya dicho en serio. Espero que se cumpla, no estoy seguro, pero espero que sí”? Hoy quiero animarte a que pongas toda tu confianza en la Palabra de Dios. Dios lo ha declarado y no fallará. Cuando tienes esta certeza y te acercas a Dios en oración, hay una gran diferencia en tu súplica: presentas tus peticiones con seguridad y confianza. Si no crees, dudas de Sus promesas cuando oras. Todo depende de si crees lo que Jesús dijo en este pasaje o no.

Si toda la Ley se ha de cumplir, si se cumple ceremonial, civil, moral y proféticamente, entonces la Ley es buena. Muchas veces me encuentro con personas que la consideran algo malo. Me dicen: “Yo no quiero nada que ver con la Ley”. Sin embargo, las Escrituras dicen que la Ley es buena. Es buena, santa, justa y no quedará sin cumplirse. En la 1Timoteo 1:8-10, Pablo dice, “Pero nosotros sabemos que la Ley es buena, si uno la usa legítimamente” Por lo tanto, la Ley es muy buena si la usamos legítimamente. Existen muchos en la iglesia que usan la Ley ilegítimamente y tratan de obtener la salvación por medio de la misma. La usan de una manera legalista. Dicen: “Yo he hecho esto y lo otro y por lo tanto, puedo entrar al reino”. Este es un uso ilegítimo de la Ley que Dios nunca propuso. Dios no dio la Ley para los justos ni para hacer justo a nadie, sino para demostrar que somos injustos y necesitamos un salvador. Pablo nos dice: “Reconozcamos esto: que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los transgresores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los que matan a sus padres o a sus madres, para los asesinos, para los inmorales, homosexuales, secuestradores, mentirosos, los que juran en falso, y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrina”.

Y entonces, ¿cuál es el propósito de la Ley? Es para aquellos que no andan con el Señor. Es para demostrarles que han quebrantado la Ley—mira lo que has hecho. Estás bajo su juicio. La Ley impulsa a la persona hacia Cristo. En la epístola a los Gálatas, Pablo dice que el propósito de la Ley es que ésta sea el ayo que nos impulsa hacia Cristo. La Ley le demuestra a la persona su culpabilidad ante Dios. Le revela que ha quebrantado Su Ley. Por lo tanto, cuando te topes con alguien que te dice “Yo soy una buena persona”, llévalos a la Ley. Esta es la manera más fácil de disipar esa ilusión. Pregúntales, “¿Haz mentido alguna vez?” Si dicen “Bueno, si…” diles “entonces, ¿qué eres?” La respuesta es: un mentiroso. Luego pregúntales si alguna vez han deseado a alguien en su corazón. Cuando te digan “sí”, diles que han quebrantado el mandamiento de Dios contra el adulterio. ¿Ves lo que te digo? Cuando le señalas la Ley a alguien, siempre termina reconociendo que ha quebrantado la Ley de Dios…ha quebrantado cada una de Sus leyes. Esto significa que todos nosotros en esta sala hemos quebrantado Su Ley.

Pero un hombre justo o una mujer justa –o sea alguien que ha puesto su fe en Cristo, no necesita la Ley. ¿Por qué? Porque sabe la verdad, reconoce que ha quebrantado Su Ley y acude a su salvador para obtener Su perdón. Y dentro de él o ella, Cristo cumple con el requisito de justicia que la Ley exige. Más adelante hablaremos de esto.

Ahora veamos el versículo 19. Este pasaje es muy difícil de entender, pero es esencial que lo entiendas. Jesús dice: “Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos”. Claramente, Él distingue entre los que practican y enseñan Sus mandamientos como es debido y los que lo hacen indebidamente. Antes que nada, ¿a quién se refiere Jesús? Este comentario se refiere principalmente a los fariseos y saduceos—los líderes religiosos de esa época. Estos líderes religiosos hacían todo lo contrario a la Ley de Dios e instruían al pueblo que hiciera lo mismo. Al enseñar sus tradiciones, rechazaban los mandamientos de Dios. En Mateo 15:3 Jesús les preguntó a estos líderes: “¿Por qué también quebrantan ustedes el mandamiento de Dios a causa de su tradición?”. Este es un ataque directo contra estos individuos lo cual demuestra que no era algo trivial. Él les dice que lo que están haciendo va en contra de la Ley y que están instruyendo a otros a quebrantar la Ley. Eso no está bien. Lo importante es que practiquemos y enseñemos la verdad. Esto me preocupa y me ha preocupado durante todo mi ministerio. Es algo que también preocupa a los líderes de esta iglesia. ¿Hemos establecido tradiciones contrarias a la Palabra de Dios que impiden la voluntad y el propósito de Dios? Existen muchas iglesias que fijan normas y reglamentos que no concuerdan con las Escrituras y, sin embargo, exigen que la congregación los obedezca. En otras palabras, están haciendo exactamente lo mismo que los fariseos. Por lo tanto, es imprescindible que evaluemos lo que practicamos y lo que enseñamos para asegurarnos de que sea la verdad y de que sea una enseñanza bíblica. Esto es algo que también te debe preocupar en tu propia vida.

Este comentario que hizo Jesús también atañe a aquellos en la iglesia que son hiperlegalistas o los que tienen una hiperinclinación por la gracia. Estos son los dos extremos en la iglesia de hoy en día. Existen iglesias cristianas que fijan normas y reglamentos. Si haces esto y lo otro, entonces puedes formar parte de nuestra iglesia y podrás entrar al reino de Dios. Luego tienes personas al otro extremo que dicen que puedes hacer lo que quieras, puedes quebrantar cualquier mandato de Dios porque la gracia lo cubre todo. No importa lo perversa que sea la conducta—la gracia de Dios la cubre y todavía puedes entrar al reino. En el transcurso de mi ministerio me he topado con estos dos extremos. Este pasaje trata estos dos temas. Hoy en día existen sectas que toman la gracia de Dios y la convierten en una licencia para pecar. Judas le advierte al pueblo en su epístola en el capitulo 1:4 que no convierta la gracia de Dios en libertinaje. En otras palabras, en la época de Judas, los maestros decían “Haz lo que quieras. Peca cuanto quieras porque la gracia lo cubre todo. Recuerdo que al comienzo de mi ministerio se me acercó un tipo y me dijo:”Steve, ¿De veras entiendes realmente la gracia de Dios?” Yo le dije, “Pues creo que sí. Al perdonarme, Dios demostró su increíble misericordia”. Luego este tipo me dijo que yo básicamente podía hacer lo que me viniera en gana y que debía divertirme porque la gracia de Dios lo cubriría. Yo le contesté: “Tú tienes una idea equivocada de la gracia de Dios. La gracia no me da la libertad para pecar; más bien me da la fortaleza y la libertad para no pecar”. Pablo claramente dijo que debemos encontrar el equilibrio entre la gracia y las obras. Él quiere alejar a las personas del hiperlegalismo. Es esencial mantener ese equilibrio. Déjame leer un pasaje en el que Pablo nos da este equilibrio. Tito 3:7-8 “para que justificados por Su gracia fuéramos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es ésta ; y en cuanto a estas cosas quiero que hables con firmeza (confianza) , para que los que han creído en Dios procuren ocuparse en buenas obras . Estas cosas son buenas y útiles para los hombres”. Fíjate que Pablo relaciona la gracia que recibes con las buenas obras. Si realmente has sido justificado por Su gracia, te has convertido en un heredero de la vida eterna. Esta justificación por fe te debe impulsar a hacer buenas obras. Si inviertes el orden y alguien te dice, “Tienes que hacer estas cosas para adquirir la gracia y el favor de Dios”, pones la carreta delante de los bueyes. Eso está al revés. La gracia es la que te habilita para hacer cualquier cambio en tu vida. No es un vale para zafarse de hacer algún cambio o buena obra. La gracia no te da una excusa para evadir algún cambio o buena obra. La gracia posibilita las buenas obras.

Observa que Pablo dice: “quiero que hables con firmeza”. Es un mensaje esencial que debe comunicarse constantemente. Si les comunicas a otros este equilibrio de la gracia de Dios, serás grande en el Reino. ¿Caminas tú en esta gracia? ¿Les enseñas a otros el equilibrio debido de la gracia? Esa responsabilidad no es sólo mía, es tuya también. ¿Qué les enseñas a tus hijos? ¿Qué les enseñas a tus amigos cuando te preguntan sobres las responsabilidades de aquel que ha recibido gracia? ¿Les explicas cómo mantener el equilibrio? ¡Esto es importantísimo!
El tercer punto que quiero mencionar acerca de este pasaje se encuentra en el versículo 20. Jesús les dice a sus discípulos que la justicia de ellos debe superar la de los escribas y los fariseos. ¿Cómo puede ser? Estoy seguro que cuando Jesús dijo estas palabras les dio escalofríos a los discípulos. Probablemente pensaron: “¿Es posible ser más justos que estos tipos? ¿Cómo puede ser?”. Porque los escribas y los fariseos eran hiperlegalistas y eran muy meticulosos en guardar los detalles de la Ley, pero sólo por fuera. Observaban las normas y los reglamentos de todas las ceremonias de una manera legalista. Sin embargo, Jesús les explicó que los fariseos pasaban por alto las cosas más importantes de la Ley. Dedicaban su tiempo a los detalles minuciosos de la Ley, pero se olvidaban de la justicia verdadera, del amor y de lo importante que era demostrarle misericordia a los demás. Pasaban por alto lo que realmente tenía importancia. Por lo tanto cuando Jesús les dijo que su justicia tenía que superar la de los escribas y fariseos o de otra manera no entrarían al Reino, los discípulos prestaron atención. Eso es algo serio. Yo quiero estar seguro de que entraré en el Reino del cielo. Espero que tú también quieras tener esa seguridad. ¿Te has preguntado alguna vez si tienes la justicia que te permitirá entrar al cielo? ¿Cómo sabes si la tienes?

Si quieres entrar al cielo, tu justicia tiene que ser, primeramente, genuina. La justicia genuina es diferente a la justicia de apariencias. ¿Recuerdas cómo llamó Jesús a los fariseos? Los llamó hipócritas. ¿Por qué? Porque practicaban su justicia para ser vistos por los hombres. En Mateo 6:1-2 Jesús les advierte: “Cuídense de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos. Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa”. En Mateo 23:13 Jesús dice: “Pero, ¡ay de ustedes, escribas y Fariseos, hipócritas que cierran el reino de los cielos delante de los hombres! Porque ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que están entrando”.

Jesús claramente les dice a estos líderes religiosos que tienen un serio problema y que no heredarán el reino de Dios. ¿Por qué? Porque son hipócritas. Su justicia es sólo para aparentar. ¿Cómo se distingue la justicia verdadera?

Segundo, si quieres entrar al reino del cielo, la justicia debe ser interna y de corazón. Jesús les dijo lo siguiente a los fariseos en Mateo 23:25-26 “¡Ay de ustedes, escribas y Fariseos, hipócritas, que limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio”. Entonces, ¿cómo puedes tener la justicia verdadera que supera la justicia de los escribas y los fariseos? Tiene que ser algo por dentro no solo por fuera. No puede ser la justicia que obedece un código legal externo. Tu justicia debe ser algo que te sale del corazón.

Esto lo he mencionado varias veces y lo tengo que mencionar de nuevo. Regresa a Mateo 5:8. Recuerda que este es el meollo de las bienaventuranzas. ¿Qué es lo que dice? “Bienaventurados los de limpio corazón”. Jesús quiere tu corazón. El Sermón en el Monte es un mensaje que quiere cambiarte por dentro, no sólo darte un nuevo código legal. Tienes que recordar esto porque regresaremos a este punto una y otra vez. ¿Por qué es tan importante esto? Porque hay personas que hacen del Sermón en el Monte un código legal. Sacan del Sermón varias reglas externas, que guardan, sin entender que Dios quiere una nueva actitud del corazón. Por ejemplo, toman lo que Jesús instruye de dar la otra mejilla y preguntan: “¿Cuántas veces tengo que voltear la otra mejilla, una, dos o tres veces? ¡No! Jesús está hablando de un corazón que no odia y no busca la venganza. Él quiere mi corazón. Hablaremos de esto en los próximos estudios. Todas estas instrucciones tratan cuestiones del corazón. Estos hombres por dentro estaban llenos de extorsión y capricho. Esto revela el hecho de que su justicia no es genuina. Jesús dijo: “Limpia primero lo de adentro del vaso”. ¿A qué se refiere? Está hablando de tu corazón. Primero debes corregir tu corazón. ¿Cómo logras eso? 1 Juan 1:9 declara: “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”. Él quiere limpiarte de adentro hacia afuera. ¿Cómo? Es muy simple. Todo lo que tienes que hacer es confesar tus pecados, reconocer que él es tu Salvador y pedirle perdón. Y así podrás tener el corazón adecuado y la justicia que supera la justicia de los escribas y los fariseos.

La última verdad que quiero compartir contigo es cómo puedes alcanzar esta justicia verdadera que supera la justicia de los escribas y los fariseos. Te acabo de explicar que esta justicia debe ser genuina y debe salir del corazón. Pero, ¿cómo alcanzas esa justicia genuina? Si quieres entrar al Reino, es esencial que contestes esta pregunta.

Esta justicia verdadera y genuina que Dios te quiere dar, debes recibirla por fe, no la puedes alcanzar por medio de obras. Por favor, presta atención. Esta justicia de Dios simplemente la recibes. ¿Cómo puedes estar seguro de esto? Uno de mis pasajes favoritos es Romanos 5:17. Aquí Pablo dice: “Porque si por la transgresión de un hombre, por éste reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de un Hombre, Jesucristo , los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. Pablo nos dice cómo podemos reinar en esta vida como cristianos. La palabra reinó en este versículo significa reinar como rey vencedor, gobernar o tener control absoluto. Pablo te dice cómo tener victoria en esta vida, cómo controlarte a ti mismo y cómo experimentar la victoriosa vida cristiana. Él dice que todo esto lo puedes encontrar en estas dos cosas: en recibir gracia abundante y en la dádiva de justicia. Él no dice que debes alcanzar la gracia sino que debes recibirla. La palabra reciben se encuentra en el tiempo presente lo que significa que continuamente debes recibir la gracia abundante de Dios si quieres reinar victorioso en la vida cristiana. Luego dice y “del don de la justicia”. Por lo tanto, la justicia genuina de Dios es un don. Un don no es algo que alcanzas, es algo que recibes. No puedes hacer lo suficiente para merecer este don porque constantemente fallas al blanco de los deseos de Dios. Pablo nos enseña esto en la epístola de Romanos 3:23. La justicia de Dios es algo que simplemente recibes por medio de la fe. La fe es la que logra que tengas esta verdadera justicia en tu corazón. ¿Cómo sabemos que la fe es la clave? En Romanos 9:31-32 Pablo explica porqué sus compatriotas no alcanzaron la justicia de Dios: “pero Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley. ¿Por qué? Porque no iban tras ella por fe, sino como por obras. Tropezaron en la piedra de tropiezo”. Hoy en día hay muchos que leen las Escrituras y tropiezan con la misma piedra de tropiezo. Tratan de seguir un código legal para ser justos ante Dios. Encuentran una iglesia que les da un código legal y piensan que han alcanzado la justicia cuando en realidad, simplemente se han convertido en un fariseo moderno. Han tropezado con la misma piedra de tropiezo con la que tropezaron los judíos. Por lo tanto, la justicia de Dios la debes buscar por medio de la fe solamente. Esa es la única manera de alcanzar la justicia genuina. Tienes que decirle a Dios de corazón: “Señor, creo lo que has dicho de mi. Soy un pecador. Creo que diste tu vida por mí. Creo que si pido, me darás y en este momento te pido, en fe, que vengas y tomes control de mi vida; que me llenes de tu Espíritu y me transformes”. Todo esto se hace en fe. Esto es lo que te habilita para alcanzar la verdadera justicia.

Segundo, esta justicia genuina que recibes como don por medio de la fe, resultará en una justicia positiva en tu vida y se manifestará en tu conducta. La justicia negativa es otro de los problemas dentro de la iglesia. ¿Qué es la justicia negativa? Es cuando un cristiano se concentra en lo que no hace en lugar de lo que debe hacer. El Sermón en el Monte está centrado en la justicia positiva. Jesús está tratando de enseñarles a los discípulos la diferencia entre la justicia negativa y la positiva. Déjame demostrarte el contraste en el Sermón del monte. De hecho, esto es parte de nuestro siguiente estudio. En el versículo 21 verás las palabras “No matarás”. Jesús les recuerda uno de los diez mandamientos de la Ley del Antiguo Testamento. Les da la interpretación correcta de este mandamiento—su significado y su propósito. Les dice que si no quieren matar a nadie, deben reconciliarse con cualquier persona que los ha ofendido (versículo 23-25). Luego, en el versículo 27 dice: “Ustedes han oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio” Jesús les advierte que si no quieren caer en el adulterio, tienen que lidiar con la lujuria en su corazón—lean versículos 28-29. Es interesante que al final de este capítulo Jesús no termina diciéndote lo que no se debe hacer, más bien dice lo que debes hacer (versículo 42). Y en el versículo 48 Él dice “Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto¨. La palabra perfecto literalmente significa maduro o bien desarrollado en integridad y virtud. En otras palabras, Jesús los está animando para que crezcan en la integridad y la virtud de Dios. Tú debes tener la madurez de Dios con respecto a la virtud y la integridad. Esa es la enseñanza del Nuevo Testamento. Pablo dijo que teníamos que conformarnos a la imagen ¿de quien? ¿A la imagen de tu pastor, de tu cónyuge, de tu madre o padre terrenal? No. Te debes conformar a la imagen de Cristo. Este crecimiento lo experimentas a diario. Yo tengo que crecer y asemejarme a Cristo en carácter, integridad y virtud. Te debes concentrar en este proceso todos los días. Yo lo veo de esta manera—ya no soy lo que antes era, pero tampoco soy lo que debo ser. Necesito ser más como Él.

Permíteme demostrarte la justicia positiva que Cristo fomenta en otros pasajes bíblicos. En Mateo 22:37-40 Jesús dice: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas” Él les da a los discípulos un mandato positivo para que concentren sus vidas en eso. Aquí en el Sermón en el Monte, Cristo instruye lo mismo. Todo depende de la ley y los profetas. Jesús les dice que Él ha venido a hacer cumplir la Ley y los profetas. Y el cumplimiento de la justicia positiva de Dios es amar.

En el capítulo 13 de Romanos, versículos 9 y 10, Pablo nos deja saber que él entiende la diferencia entre la justicia negativa y la positiva. Él dice, “Porque esto: “No cometerás adulterio, no matarás, no hurtarás, no codiciarás,” y cualquier otro mandamiento, en estas palabras se resume: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” ¿Por qué contrasta estos mandamientos así? Lee el versículo 10: Porque “El amor no hace mal al prójimo. Por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley”. Porque si tengo la justicia verdadera que sale del corazón y la recibo por fe como un don de la gracia, entonces estaré centrado en el amor—en amar al Señor y amar a mi prójimo. De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los profetas. El cumplimiento de la Ley es el amor.

Ahora déjame citar un último pasaje que resume todo lo que te he dicho. En Romanos 8:3-4 Pablo dice: “Pues lo que la Ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo : enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne” ¿Por qué razón? “para que el requisito de la Ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. ¿Dónde se cumple el requisito de la ley? “en nosotros”. En otras palabras, aquellos que andan en el Espíritu y le obedecen, experimentarán el cumplimiento de esta justicia interna. Si andas en el Espíritu Santo, ¿cuál es el fruto del Espíritu? ¡Es el amor! Jesús cumplió la Ley y vendrá a cumplir el requisito de la ley en tu interior por el poder del Espíritu Santo. De eso se trata el capítulo 8 de la epístola a los romanos. Se trata del Espíritu Santo y cómo Él toma control de tu vida y te transforma; cómo cambia tu corazón, tus pensamientos y te induce a andar en el Espíritu. Así es la vida de un cristiano. Todo esto que ocurre es así de sencillo. Pablo dijo en Gálatas 5:16: “anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne”. ¿Por qué obtienes este resultado del Espíritu Santo que mora en ti? Porque Él te está transformando por dentro. Te está cambiando de adentro para afuera. Está cumpliendo en ti el requisito de la Ley lo cual es el amor. Recuerda el contexto de este Sermón. Te acercaste a Él en pobreza de espíritu. Reconociste que espiritualmente estás vacio y eres pobre. Te lamentaste por tu pecado. En tu interior tienes hambre y sed de justicia—la verdadera justicia. Él te llena del amor de Dios por medio del Espíritu Santo que mora en ti. La transformación ya ha comenzado. Permítele que haga todo lo que Él se ha propuesto.

Vamos ante el Señor. Padre, te damos gracias porque Tú eres el que cumple tu buena obra dentro de nosotros. Señor, ruego por mis hermanos y hermanas que están tratando de alcanzar algo que Tú quieres que simplemente reciban. Te pido que abras sus corazones para que vean que sus esfuerzos por alcanzar tu justicia son una causa perdida. Que por medio de tu gracia quieres darles el don de Tu justicia. Y que a través del Espíritu Santo quieres hacer tu obra transformadora en su interior. Padre, te ruego que le reveles eso a cada corazón que me escucha y que está orando conmigo en este momento. Basta tu gracia para cambiarnos y transformarnos. La gracia no nos da una excusa para pecar. Tú nos das la gracia y la fortaleza para vencer la tentación que nos lleva al pecado. Señor, fortalécenos en este momento. Obra dentro de tu pueblo. Gracias Padre

Si tú no conoces a Cristo. Si no eres cristiano, quiero animarte a que recibas a Cristo en este momento. ¿Reconoces tú que has quebrantado la Ley de Dios? ¿Le pedirás perdón? ¿Confiarás en el Salvador del mundo y lo invitarás a que tome el control de tu vida? Si crees que Él murió por ti y por tu pecado, ¿qué te impide que le respondas? Si no hay nada, entonces ora conmigo y recíbelo. Dile en tu corazón: Señor, perdóname. Sé que he quebrantado tu Ley. Jesús, ven y toma el control de mi vida en este momento. Lléname de tu Espíritu Santo y comienza tu obra transformadora dentro de mí. Ayúdame a seguirte. Ayúdame a amarte y a amar a los demás. En el nombre de Cristo. Amén