Proverbios 23:26 dice, “Hijo mío, entrégame tu corazón, y no apartes la mirada de mis caminos”. La elección espiritual más importante que yo he tomado en mi vida, FUERA DE RECIBIR A CRISTO, como mi Señor y Salvador, fue la decisión de servirlo. Todas nosotras somos llamadas, por Cristo, a seguirlo, y a ser Sus siervas.

Pero antes de que podamos servir efectivamente, tenemos que llegar a la conclusión, de que la vida no es solo “Yo, Yo, Yo”. Tenemos que aprender a escoger servicio en vez de egoísmo, sabiendo que no podremos cambiar todo, pero si podemos cambiar algo. No podremos ayudar a todo el mundo, pero si podemos servir a alguien.

Las palabras de Proverbios 23:26 son la invitación sincera de un padre a su hijo… y es la invitación de Dios a nosotros: “Hija mía, entrégame tu corazón”. El corazón representa tu ser interior. Esa parte de ti, que ha sido hecha solo para Dios. Es la parte de ti que Dios conoce, y que ve.

Proverbios 4:23 dice, “Cuida tu corazón más que a otra cosa, porque él es la fuente de la vida.” Lo que debe de fluir de cada uno de nuestros corazones es el deseo de servir a Dios.

A través del Nuevo Testamento, vemos una palabra, que es usada para describir a los siervos de Dios. Es la palabra griega “doulos” que significa “esclavo” o “siervo”.

Por eso Pablo dijo en Romanos 1:1, “Yo soy un esclavo de Jesucristo”. Otros apóstoles también usaron este mismo término para describir su compromiso con Cristo. Cuando decimos que somos esclavas o siervas de Jesucristo, es porque le pertenecemos a Dios.

Pablo dijo en 1 Corintios 6:19-20, “¿Acaso ignoran que el cuerpo de ustedes es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes, y que recibieron de parte de Dios, y que ustedes no son dueños de sí mismos? 20 Porque ustedes han sido comprados; el precio de ustedes ya ha sido pagado. Por lo tanto, den gloria a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios.”

Fuimos compradas por Cristo, por lo tanto, Cristo nos posee. Él es tu dueño. Él es mi dueño. Mis ojos no son mis ojos. Ellos le pertenecen a Jesús. Mi boca, mis labios, y las palabras que digo, no son mías. Le pertenecen a Jesús.

Mis manos, mis pies, y mi cuerpo son Suyos. Todo lo que tengo: mi familia, mi futuro – todo esto le pertenece a Jesús. Y la respuesta de cada cristiana, al llamado de Dios de servirlo, debe de ser, “Soy tuya, Señor.”

Sin embargo, no encontramos este nivel de compromiso en nuestra generación… donde el YO es primero. ¿No es cierto? Hasta algunas iglesias DE HOY han cambiado la verdad del evangelio por la falsedad de la prosperidad. ”La salud, la riqueza y la felicidad,” dicen ellos – ¡Eso es todo lo que importa en la vida!

Que lástima, que hasta en la iglesia, la gente no está recibiendo el verdadero mensaje de sumisión, sacrificio y entrega a Dios. En vez, el mundo nos dice que nos enfoquemos en cuán grande es nuestro cheque de pago, o cuán grande es nuestra casa, o que clase de carro manejamos, o las vacaciones que tomamos, y como podemos amontonar aplausos y fama.

Pero Dios NO NOS HA LLAMADO a ser celebridades. ¡ÉL NOS HA LLAMADO A SER SUS SIERVAS! Ser cristiana es ser discípulo de Cristo. Jesús describió esta relación tan única e íntima, cuando dijo en Juan 10:27, “Las que son mis ovejas, oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen.”

¡JESÚS ES SEÑOR! ¡ÉL ES REY! Y Él no permitirá que seamos siervas ociosas e improductivas. Jesús nos da el ejemplo perfecto de servidumbre y humildad en Juan 13.

Durante la última cena, mientras que Jesús comía con Sus discípulos… es decir, con Sus siervos, algo inesperado sucedió. Jesús, sabiendo que la hora había llegado para Su sacrificio en la cruz, demostró lo que verdadera servidumbre significa. Juan 13:3 nos dice que, “Jesús, que sabía que el Padre había puesto en Sus manos todas las cosas…”

¿Han notado lo que esta escritura dice, “¿Qué el Padre había puesto en Sus manos todas las cosas…?” Jesús sabía que “todas las cosas” (la tierra, las estrellas, el universo entero) estaban en Sus manos y bajo Su control. Y con todo el poder y control a Su disposición, ¿qué es lo que Jesús hizo? ¿Tomó Su trono? ¡NO!

Él tomó la toalla. Se quitó el manto y asumió la postura de un esclavo. En la época de Jesús, el trabajo de un esclavo era de lavarles los pies a los invitados de la casa. Y como ninguno de sus discípulos entendía, Jesús demostró lo que más vale en la vida. Se puso de rodillas, ¡Y LES LAVÓ LOS PIES!

Servir a otros no significa necesariamente lavar los pies físicamente, sino es la disposición de satisfacer la necesidad, que está delante de ti. Servir significa actuar en humildad, en vez de egoísmo.

Nota lo que Jesús dijo, después de que le lavó los pies a Sus discípulos, en Juan 13:15-17: “Porque les he puesto el ejemplo, para que lo mismo que Yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan. 16 El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. 17 Si saben estas cosas, y las hacen, serán bienaventurados.”

¿Quieres ser feliz? Comienza a servir. ¡Sirve a alguien! Trata de dar tu vida, en vez de tratar de ponerte cómoda. A lo mejor te sientes desilusionada y decepcionada de cómo está yendo tu vida – día a día -- estás cansada, malhumorada, y sin motivación.

Te aseguro, que la forma más rápida de sentirte derrotada, es de aislarte y ponerte triste. Esto robará tu alegría, y tu pasión por la vida. EN VEZ, escoge servir a Cristo todos los días, aun cuando no te provoque… o aun cuando te parezca imposible.

Primero de Corintios 15:58 nos recuerda: “Así que, amados hermanos míos, manténgase firmes y constantes, y siempre creciendo en la obra del Señor, seguros de que el trabajo de ustedes en el Señor no carece de sentido.”

¡Ningún trabajo hecho para Cristo es en vano! Servir a Dios puede comenzar en tu propia casa, con tu propia familia. Esposo, sirve a tu esposa. Esposa, sirve a tu esposo. Mamás y papás, sirvan a sus hijos. Niños, sirvan a sus padres. Sirve a tu iglesia. Hay montones de ministerios en un sin número de iglesias a través de nuestra nación.

Tú puedes servir a la cultura… al mundo… a la gente que no conoce a Jesús. Comienza por alcanzarlos con amor, y satisface sus necesidades. ¡Eso es lo que Jesús hizo! Él le predicó a los perdidos, pero también les ministró. El curó sus dolores, y bendijo a sus hijos. Debemos alcanzar a nuestras comunidades, COMO CRISTO LO HIZO.

No hay nada que te motivará más, y que te dará un nuevo empuje… ¡COMO SERVIR A DIOS! Levantarte por la mañana con algo significativo que hacer… algo que tiene valor eterno. Jesús mismo dijo en Marcos 10:45, “Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos.”