Éxodo 17

ABRAN SU BIBLIA A EXODO 17:1-13

Hace años había una viejita, que no tenía plata para comprar comida. Ella oró. “Señor, por favor, mándame un par de pollitos, y un saco de arroz.” Una y otra vez, ella oraba la misma oración en voz alta.

Uno de los hombres cínicos del pueblo, decidió hacerle una pasada. Le tiró por la chimenea un par de pollitos y un saco de arroz. Estos cayeron justo delante de ella, a lo que se arrodillaba a orar.

Se levantó emocionada, y exclamó, “Señor, ¡has contestado mis oraciones!” Entonces se fue por todo el pueblo contándole a todo el mundo las buenas noticias. El cínico, aquel hombre, que había aventado la comida por la chimenea, no pudo más.

Así que comenzó a ridiculizarla en público, y le dijo a voz en cuello que Dios no había contestado sus oraciones. Ella le dijo, Sí las ha contestado, “El demonio me lo puede haber traído, pero fue el Señor, quien me lo mandó.”

EMPECEMOS EN ORACION

Padre, gracias por tu Presencia. Queremos acercarnos más a Ti. Muéstranos Tu corazón por medio de Tu Palabra. Danos sabiduría para aplicar Tus enseñanzas. Tu Palabra es como miel a nuestros labios. Nos llena… nos alimenta… nos guía y nos dirige.

Padre, queremos vivir por fe, y no por vista. Queremos confiar que Tú siempre proveerás por nosotras. Queremos obedecerte y exaltar tu Nombre. Eres digno de toda nuestra adoración. Gracias por estos bellos momentos de intimidad contigo. En el nombre de Jesús, Amén.

Preparar una mochila para irse de campamento requiere planear bien las cosas.

Si te olvidas de algo, ya no puedes regresar tan fácilmente a recogerlo, una vez que estás en plena caminata en el desierto o en la jungla. Todo lo que puedas necesitar para el viaje… tiene que estar empacado.

Los israelitas se encontraban conque no estaban preparados para la gran caminata por el desierto. Habían traído tanta cosa con ellos, que ya no podían cargar las dos cosas, que eran esenciales para el viaje: comida y agua.

Tú podrás arreglártelas en un campamento sin una carpa, o sin un mapa o compás. Pero no puedes sobrevivir sin comida ni agua. Así que, al poco tiempo de salir de Egipto, esta multitud hambrienta y sedienta empieza a quejarse.

Moisés le clama a Dios, y Dios les provee maná. El maná aparecía en la tierra cada mañana, y el pueblo solo tenía que recogerla, molerla, y hacer el pan. De una forma muy práctica, Dios le estaba enseñando a Su pueblo, que solo Él, era su fuente de sustento para cada día.

Después del milagro del maná, los israelitas se comienzan a quejar por la falta de agua. Realmente, la queja no era contra Moisés, sino contra Dios. ∐ UNA DE DOS, o no habían aprendido a confiar en Dios, o se habían olvidado demasiado rápido de los milagros que Dios había hecho.

A pesar de la aparición continua del maná, los israelitas estaban tan sedientos, que su visión de Dios se había oscurecido. ¡Pero Dios es paciente! A primera vista, la actitud de los israelitas podría haber desconcertado a cualquiera.

Después de que Dios les había dado pan, ¡se quejan que no había carne! Después de que Dios les da codornices, para suplementar su dieta, ahora se estaban quejando por la falta de agua.

A decir verdad, nosotras somos igualitas a los israelitas. Las necesidades urgentes en nuestra propia vida, muchas veces, SE VUELVEN TAN AGOBIANTES, que no podemos ver

más allá de nuestras propias narices. La tiranía de lo urgente, hace que nos olvidemos de lo que Dios ha hecho por nosotras.

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El título de este mensaje es “Roca Eterna.” Y en este pasaje vemos dos maravillosas realidades acerca de Dios, (I) Dios Guía, y (II) Dios Escucha.

ASI QUE COMENCEMOS CON LA PRIMERA REALIDAD…

I. Dios Guía (Éxodo 17:1-7)

17 Toda la comunidad israelita partió del desierto de Sin por etapas, según lo había ordenado el SEÑOR. Acamparon en Refidín, pero no había allí agua para que bebieran, 2 así que altercaron con Moisés. —“Danos agua para beber” —le exigieron.

¿Por qué pelean conmigo? se defendió Moisés—. ¿Por qué provocan al SEÑOR? 3 Pero los israelitas estaban sedientos, y murmuraron contra Moisés. ¿Para qué nos sacaste de Egipto? —reclamaban—. ¿Sólo para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?

4 Clamó entonces Moisés al SEÑOR, y le dijo: ¿Qué voy a hacer con este pueblo? ¡Sólo falta que me maten a pedradas! 5 —“Adelántate al pueblo” —le aconsejó el SEÑOR— y llévate contigo a algunos ancianos de Israel, pero lleva también la vara con que golpeaste el Nilo.

Ponte en marcha, 6 que yo estaré esperándote junto a la roca que está en Horeb. Aséstale un golpe a la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo. Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel.

7 Además, a ese lugar lo llamó Masah, y también Meriba, porque los israelitas habían altercado con él y provocado al SEÑOR al decir: “¿Está o no está el SEÑOR entre nosotros?”

Este es un pasaje de contrastes. Vemos a los israelitas en su peor momento, y vemos a Moisés, en su mejor momento.

Lo primero que salta a la vista aquí es que los hijos de Israel comienzan su viaje, según lo había ordenado el Señor. Dios les dice que vayan. ¿Por qué? Porque Dios sabía que no había agua en Refidín. Cuando Dios quiere rehacer a una persona, la pone a prueba.

¿Por qué nos guía Dios a situaciones difíciles? Porque si estuviéramos libres de dificultades y pruebas, no nos daríamos cuenta cuán grande es el poder de Dios, y cuan misericordiosa es Su gracia. Sin pruebas, no aprenderíamos acerca de la fe, porque las pruebas son la “Escuela de Fe” de Dios.

La fe de los israelitas sería probada… DE NUEVO. ¿Pero pasarían la prueba esta vez? Conforme los israelitas caminaban hacia el Monte Sinaí, el Señor seguía dirigiéndolos a situaciones difíciles… NO SOLO PARA PROBARLES SU PODER, sino también, para edificar su fe y carácter.

El viaje de la vida ES MUCHO MAS que tan solo llegar a nuestro destino. Si no estamos creciendo en fe, en el conocimiento de Dios, y en carácter piadoso, estaremos perdiendo nuestras oportunidades.

U

na y otra vez, los israelitas seguían desafiando el liderazgo de Moisés, Y LA COSA NO PARA AHÍ… cuando llegan a Refidín. La palabra hebrea Refidín significa “lugar de descanso.” Me imagino que los israelitas -- cansados, fatigados, y con los nervios de punta - estarían ansiosos de llegar a Refidín, a ese lugar de descanso.

La gente andaba de mal genio, irritada, y hasta fuera de control. Lo implacable del sol, y ahora la falta de agua… amenazaban “locura” en el campamento. A Israel le faltaba bastante para ser considerada una nación piadosa. Hasta el momento, cada prueba que pasaban sacaba a relucir lo peor en ellos.

Y una vez que llegan a Refidín, se encuentran con que de nuevo, no tenían agua. Anteriormente, los israelitas habían fallado esta prueba, así que Dios tiene que probarlos de nuevo.

DIOS LES HABIA PROBADO A LOS ISRAELITAS, una y otra vez, que Él podía proveerles agua y comida, así que ¿por qué se peleaban con Moisés? ¡Porque SUS CORAZONES todavía estaban en Egipto! Eran culpables de ingratitud y falta de fe, queriendo regresar a su vida antigua. Y como resultado, ellos nuevamente, no pasan la prueba,

Primero, el calor era intenso, día tras día. Luego, no había comida. Y ahora, no había agua. ¿Y cómo responde la gente? ¿Se quejan al igual que antes? Por supuesto que se quejan, pero esta vez, la cosa se pone peor. ¡Se comienzan a pelear con Moisés!

El descontento y la carnalidad se agravan. En el pasado habían dicho ¿Quién nos dará comida? Y murmuraban. ¡Pero ahora, estaban amenazando! Con el ceño fruncido y con ira en la voz, le ordenan a Moisés, ¡Danos agua para tomar!

Y Moisés les dice, “¿Por qué discuten conmigo?” ¿Quién se creían ellos después de todo?

¿Cómo podía él proveerles agua? Si se querían pelear con alguien, ¡tendrían que vérselas con el Señor! ¿Por qué tientan al Señor? les pregunta Moisés.

Moisés quería que los israelitas se enfocaran en Dios, ¡Y NO EN EL! Y menos, en sus circunstancias. Por eso les advierte, muchas veces, acerca de las pruebas del Señor. Pero ellos se niegan a escucharlo. ¡No dejan de quejarse!

3

Pero los israelitas estaban sedientos, y murmuraron contra Moisés. ¿Para qué nos sacaste de Egipto? —reclamaban—. ¿Sólo para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?

Moisés se da cuenta que esta escena se estaba poniendo candente. Entonces le clama al Señor. ¿Qué voy a hacer con esta gente? ¡Están listos para apedrearme!

Estas no eran palabras exageradas de un líder asustado. ¡Era la pura verdad! La gente estaba tan furiosa que hasta querían matar a su líder.

Y una vez más, en medio de la frustración y las quejas, Dios responde con gentileza, y les da abundancia. Si reducimos las quejas a su mínimo común denominador, nos daremos cuenta que lo que realmente le estaban preguntando a Dios era, “¿Estás aquí? ¿O NO?” ¡La duda y la desconfianza estaban totalmente fuera de control!

Como Moisés no quería que la gente se olvidara de su insolencia PARA CON DIOS, él llama a ese lugar, Masah, y también Meriba, que significa “discutir,” para recordarles con quien habían discutido. Siempre que contaran la historia en el futuro, ellos recordarían su pleito con Dios.

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Cada problema, que Dios permite en nuestra vida, nos puede hacer, o una mejor persona, o una persona peor, y ES nuestra propia actitud, la que determina cuál de ellas será. Si en nuestra incredulidad, comenzamos a quejarnos y a culpar a Dios, entonces nuestro pecado nos atrapará, y nos robará de la oportunidad de crecer espiritualmente.

Pero si confiamos en Dios, y dejamos que El haga las cosas a Su manera, LA PRUEBA obrará a favor nuestro, y no en contra, y nos ayudará a crecer en gracia.

Romanos 8:28 dice, “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que Él ha llamado de acuerdo a Su propósito.”

A pesar de que Dios les estaba proveyendo el pan de cada día, aun así, la gente comienza a dudar de que Dios les daría agua. ¿No es interesante… cuán rápido nos olvidamos de lo que Dios ha hecho? ¡Cuán rápido comenzamos a desesperarnos… e imaginarnos lo peor.

Cuando la gente no está en comunión con el Señor, y están molestas y amargadas, generalmente, quieren hacer cosas irracionales, que solo pueden empeorar la situación. En ese momento, ¡ellos querían apedrear a su líder! ¿Cómo podría esto cambiar la situación? ¡La gente desobediente siempre busca a quien echarle la culpa!

Dios le dice a Moisées, “Lleva la vara. Golpea la roca, y de ella brotará agua, para que el pueblo pueda beber.” Los ancianos serían los testigos. Moisés hace lo que Dios le dice, golpea la roca, y el agua sale a borbotones.

La roca es un tipo de Cristo. No solo lo dice el apóstol Pablo, sino que el Antiguo Testamento también describe a Cristo, como la Roca de la Vida, la Roca de Salvación, la Roca de Refugio, y la Roca de Descanso. Y el SEÑOR JESUCRISTO MISMO dijo que ÉL era la Roca.

Pablo dice en 1 Corintios 10:4 “Y tomaron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los acompañaba, y la roca era Cristo.” Y Jesús dice en Juan 7:37 “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba.”

Esta imagen SE CUMPLIO, cuando Cristo, la ROCA ETERNA, fue golpeado en el Calvario. Y en el Día de Pentecostés el agua fluyó de esa Roca, cuando el Espíritu Santo vino en toda Su plenitud, para satisfacer nuestras almas sedientas.

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Los judíos no habían aprendido todavía que Dios prueba a Su pueblo con las experiencias de la vida diaria. El usa las experiencias difíciles de la vida para fortalecer nuestra fe y madurar nuestro carácter.

La fe de los israelitas era tan débil, que pensaban que Su Dios los había llevado A UN LUGAR donde Él no podía cuidar de ellos. Su problema era que tenían corazones duros, que no querían someterse al Señor, y por eso, se estaban rebelando contra Su voluntad.

¿Qué lecciones podemos aprender de estas irritantes experiencias en el desierto? Primero, que se necesita una actitud humilde para aprender de estas pruebas terrenales. Dios no solo quiere que sobrellevemos las pruebas, Él quiere que aprendamos de ellas. Pero no podemos aprender sin humildad. Porque los orgullosos no aprenden. De hecho, Proverbios 28:26 dice, “Es de necios confiar en el propio corazón; el que camina sabiamente saldrá bien librado.”

Hace 12 años me gradué de la Escuela de Ministerio de mi iglesia. Al final de la parte académica de la escuela, nos iríamos en un viaje misionero. Nuestro equipo, un grupo de ocho, terminamos yendo a Dakota del Sur, EE.UU. Nuestra misión era de ministrar a los pequeños indios de la región.

Nuestros maestros de la Escuela siempre decían que un viaje misionero no es nunca lo que esperamos.

Y mientras nos preparábamos para el viaje, conocí a una señora que unos años antes, se había graduado de la Escuela de Ministerio también. Ella me contó toda emocionada que cuando fue en su viaje misionero a Dakota del Sur, Dios la había bendecido con una gran tarea.

¡HABIA TENIDO QUE LIMPIAR UNA COCINA ELECTRICA! “¡GUAU!” pensé yo, ¿Y ella considera eso una bendición? ¡Yo prefiero hacer una gran obra para el Señor… me dije a mí misma. Después de todo, ¡he ido a la Escuela de Ministerio por todo un año! ¡Y además, me saqué EXCELENTES NOTAS!

Finalmente, llegó el gran día de nuestro viaje misionero! Después de dos días agotadores de viaje por carretera… en una camioneta… con parada en Denver, donde tuvimos que dormir “en el suelo” en una iglesia… ni siquiera habían duchas… Y DESPUES DE MUCHOS KILOMETROS, finalmente llegamos a Dakota del Sur..

Como los israelitas, EN MI CORAZON, me quejé todo el camino. “O, este viaje es tan largo… tan pesado… y estos asientos son tan incómodos… debimos de haber ido por avión… Quiero ducharme…. Estoy cansada… aburrida… ¡Detesto estos viajes por carretera!”

Apenas llegamos, comenzaron a darnos nuestras tareas de misión. A ver “menganita,” tú estarás encargada de la cocina y la repostería. ¡Regio! “Sultanita” tú serás su ayudanta. ¡Regio! Carmen, ¡tú limpia la cocina eléctrica! “Hay mi Dios. Lo que más temía, ¡me ha sucedido!”

Pero oré, “Señor, que se haga Tu voluntad, no la mía.” Así que comencé mi trabajo con gran entusiasmo! ¡Cómo me acordaba de esa pobre señora! ¡Tan emocionada! Pero al final, ¡quedé hecha puré!. “Señor, Tú sabes que tengo empleada en mi casa que limpia mi cocina. ¡Y ni siquiera está tan sucia como esta!”

El viaje fue duro… Pero también tuvo sus momentos santos… y sus momentos de gran gozo. ¡Dios me enseñó muchas lecciones! ¡Sobre todo, a ser humilde! ¡Él tenía que obrar en mi corazón! ¡Él tenía que cambiarme! ¡Mis maestros tenían razón! ¡Un viaje misionero NO ES NUNCA lo que uno se espera!

Warren Wiersbe dice, “En el mapa de nuestras vidas, muchos lugares debieran ser llamados “Pruebas y Peleas,” por la manera como nos quejamos de nuestras circunstancias, ¡y la manera cómo fallamos al no confiar en Dios!

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Y la 2nda lección que podemos aprender en el desierto, es que Dios necesita quebrantar los malos hábitos de nuestra vida diaria. Estos hábitos no son fáciles de romper. Algunos los llaman “adicciones.”

Los israelitas habían tenido FESTINES con la “comida egipcia,” Y LES GUSTABA TANTO, que simplemente, no podían satisfacerse con NADA MAS. Por eso Dios los hace pasar por la misma prueba, una y otra vez, AÑO TRAS AÑO.

¿Te has preguntado a ti misma, ¿Por qué sigo en esta misma situación? ¿Por qué no me puedo salir de esto? ¿Sabes por qué no podemos? Porque nos negamos a aprender de nuestra experiencia en el desierto.

De alguna forma, no nos entra en el corazón. Pero Dios nunca desperdicia ni Su tiempo, ni Sus pruebas con Su pueblo. Él sabe cuánto durará la prueba, cuantas veces la tiene que repetir, ¡y cuán difícil tiene que ser!

Cada una de nosotras tiene su propio tiempo en el desierto. Algunas de ustedes batallan con una casa llena de chiquitos. Otras, no tienen hijos. Capaz TU PRUEBA no tiene nada que ver con tu hogar. A lo mejor, se trata de tu trabajo.

Con algunas, la lucha ES con sus relaciones. Puede que seas brusca, y que NO te lleves bien con otra GENTE. Por eso Dios te mantiene con gente, para pulirte, para que esa mala costumbre egipcia de toda la vida, pueda ser cambiada.

Con otras, son las finanzas. Tú vives continuamente presionada por la falta de dinero. Con otras, es un problema relacionado a asuntos académicos… o universitarios. ¡Ese es tu desierto!

No nos olvidemos nunca de las lecciones de la historia. Ya sea de nuestra propia historia, o de la historia del antiguo Israel. Dios quiere que aprendas de tu propia experiencia en el desierto. Quiere que cambies tu actitud, que cambies tus hábitos, y que cambies tu estilo.

¡Él quiere que cambies tu vida!

¡ASI QUE! YA VIMOS QUE DIOS GUIA… AHORA VEAMOS LA SEGUNDA REALIDAD ACERCA DE DIOS…

II. DIOS ESCUCHA (Éxodo 17:8-13)

8 Los amalecitas vinieron a Refidín y atacaron a los israelitas.

En nuestro camino de fe, no solo experimentamos pruebas, con respecto a nuestras necesidades, como el pan y agua, sino que también nos enfrentamos a los ataque de nuestros enemigos.

Somos PEREGRINAS EN ESTE MUNDO pero también soldados, y eso significa, que algunas veces, tendremos que enfrentarnos a luchas, a lo que seguimos al Señor.

Los amalecitas eran los descendientes de Esaú, el hermano de Jacob. Esaú vivía en el mundo… y en la carne, y despreciaba todo lo que fuera espiritual.

Esaú se opuso a su hermano Jacob, y lo amenazó con matarlo. Y los descendientes de Esaú, los amalecitas, también se oponían a los hijos de Jacob, es decir, a los hijos de Israel, y los amenazaban con aniquilarlos.

El diablo es nuestro peor enemigo, y él usa al mundo y a la carne para oponerse a nosotras. Como Israel no podía derrotar a los amalecitas, por sus propias fuerzas, así tampoco, ni tú ni yo, podemos derrotar a la carne, por nuestras propias fuerzas.

Esta batalla es simbólica de la batalla cristiana con la carne. El apóstol Pablo dice en Gálatas 5:17, “Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren.”

La batalla, contra los pecados de la carne, es siempre preocupante para los nuevos cristianos. Ellos han experimentado la emoción espiritual de una nueva vida en Cristo, y de repente, el pecado levanta su fea cabeza, y ellos se preguntan, “¿Qué pasó aquí?”

Esa es la situación a la que los israelitas se enfrentaban: Ellos habían pasado por la gloria de la Pascua, la abertura del Mar Rojo, la demostración del amor de Dios, cuando les provee maná, y agua. Y AHORA, la desconcertante realidad los confronta: la vida del creyente también requiere “pelear batallas.”

Los amalecitas atacan a Israel. ¡Y es por eso que Dios les declara la guerra! Esta sería una guerra sin fin. Tú nunca podrás tener paz con los amalecitas… Y tú nunca podrás tener paz con los deseos pecadores de tu carne. ¡Solo el Espíritu de Dios te puede dar la victoria!

No hay ningún record de que los judíos tuvieran que pelear ninguna batalla en Egipto, pero una vez liberados de la esclavitud, descubren que tenían enemigos. Y lo mismo pasa con la vida cristiana.

Cuando nos identificamos con Jesucristo, Sus enemigos se convierten en nuestros enemigos, y tenemos que pelear la batalla de FE. Necesitamos las batallas de la vida para ayudar a balancear las bendiciones de la vida. SI NO, nos sentiremos demasiado seguras…demasiado cómodas… y dejaremos de confiar en el Señor.

Los amalecitas atacan a Israel, después de que Israel experimentara la gran bendición del agua de la roca. Satanás y sus demonios saben exactamente cuál es nuestro punto flaco… nuestro punto más débil, y cuando NO ESTAMOS PREPARADAS para un ataque.

Jesús dice en Marcos 14:38, “Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”.

Muchas veces, el enemigo ataca al pueblo de Dios, después de que éste ha experimentado una bendición especial. Pero el Señor usa esos ataques para que no confiemos en las bendiciones, sino en el DADOR de esas bendiciones.

Abraham fue tentado a tomar el botín de guerra… después de su victoria sobre los cuatro reyes. Josué se confió demasiado, después de su victoria sobre Jericó, y fue derrotado en Hai. Elías, después de derrotar a los sacerdotes de Baal, se descorazonó, y fue tentado a renunciar.

Y fue después de la bendición de Su bautismo, que Jesucristo fuera llevado al desierto, para ser tentado por el diablo. 1 de Corintios 10:12 nos recuerda, “Así que, el que crea estar firme, tenga cuidado de no caer.”

9 Entonces Moisés le ordenó a Josué: «Escoge algunos de nuestros hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana yo estaré en la cima de la colina con la vara de Dios en la mano.»

10 Josué siguió las órdenes de Moisés y les presentó batalla a los amalecitas. Por su parte, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima de la colina. 11 Mientras Moisés mantenía los brazos

en alto, la batalla se inclinaba en favor de los israelitas; pero cuando los bajaba, se inclinaba en favor de los amalecitas.

12 Cuando a Moisés se le cansaron los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentara en ella; luego Aarón y Jur le sostuvieron los brazos, uno el izquierdo y otro el derecho, y así Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol. 13 Fue así como Josué derrotó al ejército amalecita, a filo de espada.

Esta es la primera vez que Josué es mencionado en la Biblia, pero de aquí en adelante, Josué será mencionado más de doscientas veces. Josué nació en Egipto, y su nombre era Oseas, que significa “salvación.” Después… Moisés le cambia su nombre a “Josué,” que significa “Jehová es salvación,” que en hebreo, es el equivalente a Jesús.

Josué conocía los desafíos de la esclavitud egipcia, y debe de haber tenido una buena aptitud, como lider militar, para que Moisés lo hiciera General del Ejército. Josué se convierte en el siervo de Moisés, porque la política de Dios es, que primero demostremos nuestra valía, antes de que podamos ser promovidas a líderes.

La gran victoria de Israel sobre los amalecitas tuvo tres elementos: (1) El poder de Dios en el cielo, (2) La habilidad de Josué y su ejército en el campo de batalla, y (3) La intercesión de Moisés, Aarón, y Jur en la cima de la colina. Realmente, ¡la batalla fue ganada en la cima de la colina! ¡EN ORACION!

Dios podía haber mandado a Sus ángeles para aniquilar al enemigo, pero El condesciende a usar instrumentos humanos para llevar a cabo Sus propósitos. Josué y su ejército confiarían en Dios, y pelearían.

Moisés y sus socios confiarían en Dios, “intercediendo”, y Dios haría el resto. De esta forma, la gente de Dios crecería en fe, y el nombre de Dios sería glorificado.

Era costumbre de los judíos que levantaran sus manos cuando oraban. Y como Moisés sostenía la vara de Dios con sus manos en alto, él estaba confesando su total confianza en la autoridad y poder de Dios.

No era Moisés el que estaba fortaleciendo a Josué y su ejército. ERA DIOS… EL SEÑOR… EL GRAN YO SOY. Siempre que Moisés sostuviera la vara con sus manos en alto, Israel prevalecía. Pero cuando bajaba sus manos, los amalecitas prevalecían. Verdadera intercesión requiere trabajo.

Enfocar toda nuestra atención en Dios, Y ORAR SIN CESAR, nos pueden dejar agotadas como si hubiéramos hecho trabajo arduo. Como Epafras en Colosenses 4:12, ”rogando por ustedes con gran preocupación en sus oraciones…” Y NO simplemente, mencionándole al Señor, nuestras peticiones de pasadita.

Juan Bunyan escribió: En la oración, es preferible tener un corazón “sin palabras” que palabras “sin corazón.”

Josué no hubiera podido tener éxito… sin Moisés, pero Moisés no hubiera prevalecido sin el apoyo de Aarón y Jur. No todo el mundo puede ser un Moisés, o un Josué, o un Luis Palao, pero todos los cristianos pueden ser un Aarón y un Jur, y ayudar a sostener las manos, de aquellos, que sirven a Dios en obediencia.

E. M. Bounds en su libro acerca de la oración, dice: “¿Estamos orando como Cristo oraba? ¿Permanecemos en El? ¿Reina el amor en nuestro espíritu? ¿El verdadero amor? Estas son preguntas relevantes, en nuestra era moderna. Sabemos qué HACEMOS “MUCHO MAS” “DE OTRAS COSAS,” que lo que oramos.

Esta es una generación que NO ORA. Una generación de gran actividad… de grandes movimientos, pero UNA, que tiene la tendencia a esforzarse por lo material, y descuidar, y hasta descontar, lo espiritual.

La oración se puede definir como esa fuerza que vitaliza y da energía a la Palabra de Dios, agarrándose del mismo Dios. La Palabra de Dios es una gran ayuda en la oración. Es el alimento, por el cual, la oración es nutrida y hecha fuerte.

La gente que ora y la gente que lee la Biblia, son el mismo tipo de gente. El Dios de la Biblia y el Dios de la Oración son UNO. Dios le habla al hombre en la Biblia. Y el hombre le habla a

Dios, en oración. La oración ES LA MAS GRANDE de todas las fuerzas, PORQUE HONRA A DIOS, y trae a Dios a nuestra ayuda. ¡No hay substituto, ni rival para la oración!

Solo Dios puede mover montañas, pero la fe y la oración, mueven a Dios. ¿Cómo pueden los ministerios funcionar sin oración? La oración abre las puertas al evangelio. Le da alas y poder a la Palabra de Cristo.

Mucha gente cree en la eficacia de la oración, y sin embargo, no muchas oran. La oración es lo más fácil y lo más difícil de todas las cosas… lo más simple y lo más sublime… lo más débil y lo más poderoso.

¡Pasa tiempo a solas con Dios! Esto te ayudará a crecer espiritualmente, y te volverás más y más como Cristo.

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Y lo más importante de todo es que nuestro Redentor, el Señor Jesucristo, es nuestro Sumo Sacerdote, que vive en el cielo haciendo intercesión por nosotras, mientras peleamos las batallas de la vida…

Si estás pasando por grandes dificultades, cuéntaselas a Jesús. Él le presentará tus necesidades al Padre. A través de Su obra intercesora, tú experimentarás resultados extraordinarios, que solo las oraciones de Jesús, pueden lograr.

¡Jesús nunca te fallará! ¡Nunca te decepcionará! ¡Nunca te rechazará! Él vive para sanar a la de corazón quebrantado. JESUS ES EL AMIGO, que es más fiel que un hermano.

Y YA PARA TERMINAR

Guiar al pueblo de Israel no fue tarea fácil. Hubo problemas de agua, problemas de pan, y problemas de carne. Se quejaban… discutían… No oraban. Eran ingratos, y no confiaban en Dios.

Sin embargo, Moisés fue fiel y obediente, COMO LIDER. Y MAS QUE NADA, Moisés se convirtió en el intercesor del pueblo, y por lo tanto, su ejército derrotó al enemigo.

¿Y tú? ¿Te andas quejando todo el tiempo, o confías que Dios proveerá por ti y tu familia? ¿Le echas la culpa a Dios por tu situación, o buscas la sabiduría de Dios a lo que te enfrentas a las pruebas? ¿Es la oración, tu último recurso, o estás en comunión constante con tu Padre Celestial?

OREMOSLE AL SEÑOR

Padre, gracias por esta gran lección. A veces queremos criticar a los israelitas por su falta de fe… por olvidarse de Tus milagros… por ser tan quejosos… por no confiar en Ti. Pero entonces nos damos cuenta, que nosotras somos igualitas a ellos.

Tenemos lapsos de fe, nos quejamos, nos olvidamos de las grandes cosas, que has hecho por nosotras. Somos ingratas y malagradecidas. Señor, cuando nos quejamos, te estamos diciendo realmente, que no sabes lo que estás haciendo. Perdónanos por nuestra rebeldía. Aumenta nuestra fe.

Transfórmanos, Señor, queremos ser hijas obedientes. Gracias por las pruebas que pones en nuestro camino, para cambiarnos. Queremos ser como Moisés, quien fue tu siervo fiel y humilde hasta el final. Un hombre de fe. No queremos seguir repitiendo las mismas pruebas. ¡Queremos graduarnos de tu Escuela de Fe!

En el nombre de Jesús, Amén.